Calle Progreso aprox. 1908, (postal circulada en 1914) marcado a la izquierda en un ovalo rojo el detalle que se muestra en la otra imagen
La Ferrocarrilana en Auria
Primeros
transportes de viajeros
Hablar de una diligencia, para los de mi generación, es
recordar el Oeste Americano, los indios, los vaqueros, Yul Brynner y John
Wayne. Raro es que se nos ocurra pensar
que aquí también tuvimos una época en la que para viajar se usaba la
diligencia.
Fue en 1816, cuando en
España comenzó a utilizarse el coche de caballos para transporte público. Se
trataba de grandes carromatos capaces de acoger a una veintena de viajeros y
tirados por una reata de hasta doce caballos. Galicia (como casi siempre) tardo
un poco más en disfrutar de ese servicio con empresas; (a título particular
probablemente nuestro carro de bueyes, fuera anterior a todos esos inventos),
del primero que tengo noticias, allá por el año 1830, es del servicio que unía
Santiago con Coruña, seis o siete horas de un traqueteo infernal, ofrecido por
las diligencias de La Ferrocarrilana, que así
se llamaba la empresa.
Cuentan las crónicas, que surgió la Ferrocarrilana como un
complemento del Ferrocarril, la construcción de líneas requería su tiempo, (fijaros en el Ave), pero se quería aprovechar el
servicio lo antes posible; eso obligo a que tren y diligencia convivieran
durante mucho tiempo. Si un Ourense-Madrid en diligencia suponía cuatro
días de viaje, al iniciar este servicio combinado se podría realizar
perfectamente en tres, Madrid Zamora en tren, Zamora Ourense en Diligencia.
Su nacimiento, fue como digo, a la
sombra del tren, y su papel se suponía secundario. Sin embargo poco a poco fue
creciendo, y se convirtió en imprescindible; al servicio de diligencia, se unió
el de restaurante, y al poco tiempo el de hotel, (incluso existía la posibilidad; supongo
que por una buena suma, de que en el tren viajara el coche, para continuar
viaje al llegar al final de línea, sin contar con los servicios del lugar, o si
acaso, utilizar las caballerías). Para dar esos servicios, o bien se llegaban a acuerdos
con empresarios locales, o la propia empresa afrontaba directamente la
inversión; en Coruña y Ribadeo por ejemplo existió el Hotel La
Ferrocarrilana.
Ourense no fue ajena a
estos servicios; y desde un principio existió una vinculación entre esta
empresa, y nuestro Hotel Roma (es posible que ya en la etapa anterior, existiera relación,
cuando el Hotel era la fonda de Cuanda), que hizo innecesaria la inversión de la empresa en nuestra
ciudad; al hacerse el Roma cargo de todo; de hecho aun después de abierta la
línea hasta Madrid, durante años hubo coches que desde la estación trasladaban
a los viajeros directamente al Roma. Y el matrimonio Arias y su hijo Leopoldo
mantuvieron la atención al restaurante del ferrocarril, cuando estaban al mando
de las cocinas del Roma.
Lo único que tuvo que
montar la empresa en Ourense, fue una pequeña administración, que como no;
estaba al lado del Hotel Roma, como podéis ver en el recorte de la postal de
principios del siglo XX, que encabeza esta entrada.
A Ourense
también venían la empresa El Volador (Vigo-Ourense) para enlazar con Madrid; y
la de Manuel Sotillo (Vigo- Valladolid). Y sin ser empresas, seguramente que un
estudio mas concienzudo nos descubrirá un buen numero de carromatos o
diligencias que daban servicio al menos en las grandes villas (Verin y
Carballiño, por ejemplo con sus balnearios siempre fueron pioneros en
cuestiones de transporte y turismo), en el control que intento hacer de empresas
de autobuses por si os vale de referencia ya he llegado a las 100 empresas y la
mayoría solamente con 1 o dos autobuses para dar servicio.
Para que
podamos viajar al pasado, en el fantástico texto de Alejandro Pérez Lugín, “La
casa de la Troya”, ya nos habla de La Ferrocarrilana, y don Ramón Otero Pedrayo
en su Guía de Galicia hace lo propio.
Recorridos de los antiguos trenes a Galicia
Salida de
Madrid, en tren pasando por Cáceres, Portugal (Oporto), y destino Vigo,
allí traslado de nuevo en ferrocarril a Coruña, para finalmente utilizar la
diligencia. Años después se continuo la línea a Ourense
“desde” Madrid, terminando el recorrido en la desaparecida estación del Ribeiriño
(no confundir con la vieja de Canedo), donde se giraban las maquinas y por
donde habían venido, se iban. Por “extraño” que hoy pueda parecer, las
dificultades del Padornelo, marcaban la ruta