En la esquina de la
foto hay un recuerdo escrito por don Ramon, y no es otra cosa que un mechón de
pelo de su madre que llevaba siempre con el. Hoy
no se estila, pero en aquellos tiempos era lo habitual.
Me he tomado la libertad
para celebrar el día de la madre, de "apropiarme" de una que no fue
la mía, pero según me cuentan, a pesar de la diferencia de edad, tuvieron muy
buena relación entre ellas. Quién me lo cuenta, es una persona que también
tuvo la fortuna de conocerla y que no tiene inconveniente en decir que era todo
un personaje, entrañable y muy cariñosa con los niños.
Mi intención es en este día
de la madre personalizar en ella, a todas esas madres que sin ningún tipo de
protagonismo son esenciales para entender el desarrollo de la personalidad de
sus hijos. Es imposible conseguir un perfil que sirva para todos los casos, en
esta ocasión como diferenciadores tenemos que tener muy presente que se trata
de una mujer que enviuda joven y tiene un solo hijo que por si fuera poco la
veneraba, eso llevaba a la buena mujer a disfrutar con frecuencia de
"regalarse" unos mimos que al final ya no necesitaba reclamar...
Os hablo de Doña Eladia
Pedrayo (María Ramona Eladia Pedrayo Ansoar), la madre del patriarca de las
letras gallegas, Otero Pedrayo. Con vuestro permiso Don Ramón.
Hija de un prestigioso
abogado con bufete en la ciudad (al margen de otros puestos de renombre, fue
alcalde de la ciudad un breve periodo de tiempo en 1860) y casada con un
profesional de la medicina (diputado provincial), que falleció probablemente en
una de las etapas en que un hijo más necesita a un padre: la adolescencia. (1904).
Pero no corramos… Cuentan que Don Ramón había tenido un hermano, muerto al
nacer, y quizás esa fuera la causa de que su madre le prestara una mayor
atención si cabe. Los juegos se producían en casa, y aprovechando la vecindad
de Vicente, niño mayor que él, pero con el que desarrolló una amistad
entrañable que duro toda sus vidas… ¡Ah, perdón! ese Vicentito era Don Vicente
Risco, el vecino del primero, con el que subía frecuentemente al desván del
edificio escapando de las continuas visitas, que si bien, en ocasiones despertaban
la curiosidad de los niños, la misma doña Eladia no disfrutaba con ello; y les permitía
subir. Allí, era donde tenían la mayoría de juguetes, el ya famoso pito con
forma de mandarín chino, los soldaditos de plomo, el sorprendente “Kaleidoscopio”,
y otro que no se sabe si era suyo o de Vicente, del que aquí os muestro el
trozo que mejor se conserva. Al que jugaban quiero pensar con un fusil de
corchos????
DIANA DE TIRO. Se trataba de una simple lámina de madera
decorada, en la que había varios puntos abatibles. El niño subido al árbol, si
le dabas con el proyectil, se caía!!!.
Entre la calle de la Paz
y las propiedades de Trasalba pasaron sus primeros años, El trabajo del padre hacía
que sus vacaciones no fueran todo lo largas que querría la familia y máxime
cuando durante los que se suponían días de relax, dedicaba parte de su tiempo a
la atención médica de los vecinos del contorno. Con frecuencia Eladia quedaba
sola con su hijo y “mamá Tenta” (Vicenta, abuela paterna), la tercera gran
mujer en la vida de Otero, con quien disfrutaba de interminables charlas en la
solaina…
En
esos años, Eladia entre juegos iba enseñando lo básico a Ramón, y por ello no
tardó en saber leer, y si bien no era aficionado a muchas charlas ni risas,
tenia un abundante vocabulario. Fue así como un año lo enviaron al colegio de
párvulos más cercano en la calle de la Paz, el de las señoritas de Hermida, y
aunque es “secreto de estado”, cuentan que Ramón a los pocos días de empezar
las clases, sufrió o vio como un compañero sufría aquella vieja técnica de
enseñanza que seguía la máxima “la letra con sangre entra”, y que si bien nadie
duda que la cosa no seria mucho mas que un azote, fue la mejor excusa para que
los primeros cursos se llevaran a cabo en casa. Aunque también es cierto, que
el niño no gozaba de buena salud. De todas maneras, la cultura de Eladia y su
marido apoyada por dos jóvenes sacerdotes fueron suficientes para que su nivel
fuera mas que básico. Como demuestra que al entrar en el instituto, no desmerecía
de sus compañeros, si acaso en muchas áreas…. ¡bueno, vale!, en matemáticas no
brillaba, pero es porque no disfrutaba de los números lo mismo que de las
letras, y el futuro lo demostró.
La etapa del instituto fue bastante tranquila, y exceptuando las ayudas que mamá, le daba en el tema de las divisiones, el resto eran todo buenas noticias, como comentaba don Marcelo siempre que se encontraba con sus padres.
En 1904 recién terminado el instituto, fallece
su marido, dando lugar a un brusco cambio en la vida familiar, Eladia no podría
dedicarle tanto tiempo e incluso Ramón tendría que ejercer de hombre de la casa.
Es un decir, porque doña Eladia se hizo cargo de todo, ya no la gestión de la
casa, sino de su fuente de ingresos que no era otra que las tierras de Trasalba;
mamá Tenta ya no estaba para ayudar mucho…
Ramon tiene que decidir
que hacer con sus estudios y Eladia veía con agrado que siguiera los pasos del
abuelo, sin embargo, no se opuso a que la decisión final fuera…. Una prueba en
Santiago por cercanía y economía, donde entabla buenas amistades, pero no se ve
en la vieja Compostela.
Se marcha entonces a Madrid, donde con frecuencia recibía la visita de mamá,
contaba está a las amigas que en sus estancias madrileñas sin ayuda aprendió a
apretarse los cordones del corsé usando los perillos que tenían las camas de
los hoteles en las patas.
Lo siguiente ya fue la
llegada de la otra gran mujer de Otero, Doña Fita, la que fue su esposa, casados
desde 1923, quien por cierto encajó perfectamente, para satisfacción de Ramon, con
Eladia.
Don Ramón amigo de novelar sus propias vivencias, incluye a Doña Eladia en
al menos dos de sus obras, siendo doña Ramona en Os caminos da vida, y María en Arredor
de Si.
No intentéis encontrar en mis palabras ningún dato imprescindible para la historia, e incluso alguna biografía oficial puede no coincidir plenamente, mis datos son fruto del recuerdo y eso supone riesgos, en caso de contradicciones, no tengo inconveniente en admitir la inexactitud de mis datos. Mi única intención ha sido homenajear en la persona de Doña Eladia a todas las madres, y no por ser el día de la madre próximamente, si no. Porqué se lo merecen.
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En Trasalba mayo de 1953 doña Eladia con Paulino Fernández Otero, Sira Sánchez Abundancia y Antonio Sánchez (Foto Fundación Penzol) |