Las navidades del año 43, fueron de alguna manera un punto de inflexión en la monotonía provinciana que arropaba a nuestra ciudad.
Aun faltaba mucho tiempo para que la recuperación de los desastres de la guerra fuera efectiva, (aun hoy sigue coleando, imaginad solo cuatro años después), el hambre seguía azotando en muchas casas, la represión era real y las palabras tenían que medirse de manera escrupulosa al igual que los actos; sin embargo en ese año 43 vino a ocurrir algo que alivio los pesares a nuestros padres y abuelos. Nos visitó una compañía de Teatro “de las de verdad”.
No voy a entrar a analizar las penurias que seguramente también acuciaban a aquellos españoles que intentaban salir adelante con su arte, únicamente me interesa recordar lo que consiguieron. Y esto no fue más que: ese momento de relax, ese no pensar en los problemas propios, olvidarse del miedo, pensar que como en la zarzuela o en la obra teatral, el desenlace seria…. ¡Ahhh! también fueron causa de alguna discusión familiar por exceso de miradas hacia alguna artista de buen ver, pero eso también le daba sabor a la vida, en aquellos momentos tan insípidos.
En aquellos años la ciudad no disponía de un local que permitiera la gran afluencia de público que se suponía acudiría al espectáculo que los hermanos Enguidanos ofrecían, ¡bueno! O también que el empresario del Teatro Principal no quería asumir el riesgo de tener que alimentar todas aquellas bocas que venían en precario, con unos telones raídos por el tiempo, una carpa que en los años veinte había conocido su ocaso, y un escenario que amenazaba tal ruina que los crujidos cuando los actores se movían con ligereza servían de banda sonora. Con todo y con “eso” estos héroes del arte, conseguían poner en escena dos o tres zarzuelas y tres o cuatro obras de Teatro, Luisa Fernanda, Doña Francisquita, o La Revoltosa. ¿Recordáis a Ana Belén en la película “La Corte del Faraón?, pues instalar a la compañía que protagonizaba la película en nuestra Alameda, y tal cual…
Cuentan las crónicas que la visita fue fructífera para ambas partes, los Ourensanos tuvieron una diversión adicional, y los actores pasaron las navidades “con salud”, incluso los ciudadanos que no podían pagar los seis reales que valía la entrada disfrutaban escuchando los comentarios de los asistentes y codeándose con aquellos visitantes que daban nuevos aires a la ciudad.
Aun faltaba mucho tiempo para que la recuperación de los desastres de la guerra fuera efectiva, (aun hoy sigue coleando, imaginad solo cuatro años después), el hambre seguía azotando en muchas casas, la represión era real y las palabras tenían que medirse de manera escrupulosa al igual que los actos; sin embargo en ese año 43 vino a ocurrir algo que alivio los pesares a nuestros padres y abuelos. Nos visitó una compañía de Teatro “de las de verdad”.
No voy a entrar a analizar las penurias que seguramente también acuciaban a aquellos españoles que intentaban salir adelante con su arte, únicamente me interesa recordar lo que consiguieron. Y esto no fue más que: ese momento de relax, ese no pensar en los problemas propios, olvidarse del miedo, pensar que como en la zarzuela o en la obra teatral, el desenlace seria…. ¡Ahhh! también fueron causa de alguna discusión familiar por exceso de miradas hacia alguna artista de buen ver, pero eso también le daba sabor a la vida, en aquellos momentos tan insípidos.
En aquellos años la ciudad no disponía de un local que permitiera la gran afluencia de público que se suponía acudiría al espectáculo que los hermanos Enguidanos ofrecían, ¡bueno! O también que el empresario del Teatro Principal no quería asumir el riesgo de tener que alimentar todas aquellas bocas que venían en precario, con unos telones raídos por el tiempo, una carpa que en los años veinte había conocido su ocaso, y un escenario que amenazaba tal ruina que los crujidos cuando los actores se movían con ligereza servían de banda sonora. Con todo y con “eso” estos héroes del arte, conseguían poner en escena dos o tres zarzuelas y tres o cuatro obras de Teatro, Luisa Fernanda, Doña Francisquita, o La Revoltosa. ¿Recordáis a Ana Belén en la película “La Corte del Faraón?, pues instalar a la compañía que protagonizaba la película en nuestra Alameda, y tal cual…
Cuentan las crónicas que la visita fue fructífera para ambas partes, los Ourensanos tuvieron una diversión adicional, y los actores pasaron las navidades “con salud”, incluso los ciudadanos que no podían pagar los seis reales que valía la entrada disfrutaban escuchando los comentarios de los asistentes y codeándose con aquellos visitantes que daban nuevos aires a la ciudad.