La subdelegación de
defensa en aquel 1992 volvía a ser el colegio de los Santos Ángeles gestionado
por los Hermanos Maristas, en 1918 había sido el centro hospitalario de
referencia ante la pandemia.
El final del túnel
1922
Quién nos iba a decir, que en
pleno siglo XXI la mejor defensa iba a ser: “quedarse en casa”.
Lo mismo que a
todos vosotros, mi corazón me dicta muchas cosas, a las que hoy no debo hacer
caso, es momento de actuar con la cabeza, y eso requiere mucha paciencia; hoy
en este articulo, no voy a hablar de otro momento si cabe más trágico, en la
historia, como fue la terrorífica Gripe Española del 1918; con vuestro permiso
hoy voy a recordaros que a pesar de la tragedia y las ingentes “bajas”, fuimos
capaces de superarlo y en esta ocasión que los medios son infinitamente más,
sin duda, Resistiremos y Ganaremos..
Como queda dicho
fue 1918 el año fatídico, por eso he dejado un margen prudencial para dar un
vistazo a nuestra ciudad años después, nos vamos a 1922. Comenzaban lo que iban
a ser los felices 20 en muchos países, y aunque en España no se puedan llamar
exactamente así, (sufríamos un claro retraso económico y social con respecto a
otros países), nadie duda que se vivieron unos momentos claves para marcar las
bases económicas del país. Ourense con
una población ya mermada por la emigración, parecía que recibía la estocada
final con los más de 15000 fallecidos de ese año, pero no fue así. En aquel
1922 regía el ayuntamiento un comerciante solvente y con reconocido prestigio
entre la ciudadanía, Don Alfonso Junquera (aún hoy su edificio sigue llamándose
Casa Junquera a pesar de ser propiedad de Abanca, en los jardines de Obispo Cesáreo),
su empeño estaba en realizar mejoras que supusieron avances sanitarios, así fue
como se continuo con la traída del agua, también la luz, se dio impulso a las
obras del nuevo mercado que sacaría de las calles y plazas la venta de
alimentos con escasas garantías, y el nuevo matadero. Otras obras de interés,
fueron la del encauzamiento del Barbaña, y el proyecto no desarrollado más que
de manera testimonial, de aprovechar las aguas de Las Burgas para uso en las
viviendas particulares.
Por desgracia
tampoco se aprovechó ese momento para desarrollar el tejido industrial de la
provincia, y de nuevo fueron los almacenistas quienes capitanearon esa recuperación,
desde luego que muchos hicieron fortuna, otros no y perdieron su patrimonio,
pero sin ellos no sabemos si..... Benito
Serantes, Ramón Alonso Merino, Francisco de las Cuevas, Valeriano Salva, los
Eire, Tabares, Manuel Seoane, son algunos de estos nombres entre los que más de
uno os suena porque ha conseguido mantener activa la empresa, ante todas la
adversidades, productos de alimentación, harinas etc, eran los artículos que
ellos se preocupaban de buscar por toda España y distribuir después en toda la
provincia. Junto a ellos y con similar estilo de negocio estaban los mayoristas
de textil, paquetería y calzado, de los que sin duda recordáis sus nombres, El
propio alcalde Alfonso Junquera, Felipe Santiago (Paseo, al lado antiguo teatro
Losada) y su hermano, Simeón García (Centro Marcos Valcárcel), Fermín García
(plaza mayor Sala AFundacion), José Román, (Paseo, esquina Cardenal Quiroga
edificio Abanca)... para que os hagáis una idea de quienes eran, estos nombres
hoy en día los edificios de mejor factura que se conservan de aquella etapa
eran obra suya.
Paseo esquina
Cardenal Quiroga un gran almacén hoy ABanca
Llegado a este punto casi tendría que pedir disculpas a mas
de una familia Ourensana, porque si que hubo algún esfuerzo industrial, y sería
injusto omitirlo, pero desde luego no era suficiente para levantar la
provincia, aunque por esfuerzo no quedo; me refiero a la fundición metalúrgica
Malingre, un referente de la ciudad, (pocas son las empresas que han dado tanto
trabajo a los ourensanos). Cita obligada a Don Secundino Couto Solla, quien con
su almacén y fabrica de materiales de construcción facilito el desarrollo de
ese sector; el del mueble fue otro que apuntaba a futuro, pero no pudo ser, Los
Rodríguez, Novoa, Sánchez, Vázquez, Puga, dejaron su impronta y de muchos de
ellos continúan en perfecto estado autenticas joyas en casas de la ciudad.
No penséis que en aquellos momentos tan duros Ourense era
una ciudad triste, cierto que no había exceso de oferta (nunca la hay...), pero
las tardes noches en el Liceo, se compaginaban con cafés en el Royalty o el
Unión y alguna comida y buena conversación en el Hotel Roma. De estos años se
recuerda la costumbre de dar vueltas en el Paseo, chicas en un sentido y chicos
en otro con objeto de encontrarse (casualmente) de frente y poder verse al
menos, los que tenían confianza hasta se saludaban, lo de detenerse a charlar
ya era.....
La juventud
Ourensana en aquellos años. (Posan
delante del Teatro Losada), foto de mi amigo Santiago Mosquera, a quien le envío un afectuoso abrazo y mucho
cariño, me lo imagino dando vueltas al salón en su silla motorizada. Jajaja
Para rematar este recorrido por el 22, tres firmas que se mantiene en el recuerdo de todos los Ourensanos, y yo como persona de alguna manera involucrada en el sector me enorgullezco de citar: las farmacias Bouzo, Fábrega y Román. Ya durante la pandemia habían dado muestras de sacrificio pasando interminables noches preparando los escasos “específicos” de los que se disponía, en este 22 Bouzo principalmente desarrollaron su laboratorio consiguiendo patentes que llegaron a distribución nacional, lástima que no se pudiera continuar.
Después de ese 22 como sabéis la historia continuó, y no os
la voy a recordar, pero con vuestro permiso creo que debemos replantearnos
muchas cosas, porque quizás no lo estuviéramos haciendo muy bien....
Ánimo y fuerza que saldremos adelante...