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jueves, 22 de diciembre de 2022

Extra de Navidad en el diario La Región

 

Ourensanos con la carta a los reyes en la mano. Almacenes Alfredo Romero. Diciembre 1966

Mi Navidad Auriense

Y la de otros muchos. 60s

Yo soy de los que aun, con todo lo que han cambiado las cosas; sigo viviendo la Navidad.

 Lejos quedan aquellos años en los que la navidad era Todo ilusión.  Desde el día de la lotería, que me pasaba toda la mañana escuchando el soniquete de los niños de san Ildefonso, hasta el tan anhelado momento en que te levantabas la mañana del día seis para ver si los Reyes Magos se habían comportado, no había un momento triste. Salías a la calle a pesar del frio “que pelaba”, y el ambiente te envolvía; tal vez fuera el equipo de altavoces que Radio Pérez instalaba por las calles más comerciales, para que supiéramos que  el “borriquito iba camino de Belén,  con su chocolate” y que la “vieja” te sisaba en el aguinaldo, (mejor no analizar las letras.); o quizás ver aquellas luces instaladas por empresarios locales,  que te parecían espectaculares, -donde va a parar-  las de Vigo es todo marketing.

De aquellas te apuntabas a todos los recados, y tu abuela pensaba que era para hacer méritos por aquello del: ¿te portaste bien este año? Mira que los reyes.... la verdad, yo era un poco mas materialista,  por que al llegar a Santorum (Progreso enfrente del Marcos Valcárcel) siempre caía alguna chocolatina o en La Favorita (esquina Paz- San Miguel) donde te dejaban meter la mano en la frasca de cristal que tenían llena de caramelos....

Bueno la verdad es que en casa también había entretenimiento, empezabas con la “campaña del mantecado”, y eso se traducía en clases de papiroflexia, convirtiéndote en un experto fabricante de cuadradillos, terminada esa labor, te convertías en “Batidora Man”, la manteca no se batía sola, así que hacía falta un “hombre” que dispusiera de tiempo y energías para estar más de media hora dando vueltas al brazo en aquellas perolas en las que si te despistabas hasta podías caer dentro; los que lo habéis vivido recordareis que cuando ya lo tenias más o menos controlado y estaba todo liquido, alguien decidía que había que echar los huevos; ahí, yo no perdonaba, me limpiaba el brazo, y pasaba al puesto de rompe huevos, quizás de aquellas le cogí el gustillo, ¿Por qué, quien no disfruta rompiendo huevos?, aunque, que queréis que os diga cuando llevabas las cuatro o cinco docenas ya pedias volver a meter el brazo en la olla. Lo que habías dejado calentito, los huevos lo habían enfriado; aun estaba tu hermana rompiendo los huevos que quedaban, cuando tu tía venia con los paquetes de azúcar y todo cambiaba.  Primero porque la textura pasaba a ser granulada, y segundo y muy importante  ya merecía la pena llevar un dedo a la boca, (cierto que las autoridades sanitarias habrían puesto el grito en el cielo, ese dedo  tendría que pasar por lavado y desinfección antes de volver a la pota, pero....), bueno ya puestos termino la receta porque solo falta echar la harina y un par de sobres de Royal y hecho, del horno los niños no sabíamos nada...

Otro año os contare lo de ayudar a meter granos de maíz al pavo por la garganta, después de hacerte amigo suyo a base de darle unos chupitos de vino o aguardiente, (que salvajada, pero...) ahhhh, y lo de la destilería ilegal. ¿No tenéis una receta de licor café propia de la familia????.

Feliz Navidad; un beso Mama.